miércoles, 26 de septiembre de 2012

Capitulo 5

¡Qué pasada! Ayer, Cath y yo, en el concierto, fue increíble.
¿Cómo decirlo? Épico, único.
¿Qué paso, quereis saber, verdad?
Conocimos a unos chicos, eran bastante guapos, interesantes diria más bien yo. No se como deciros, es esa clase de chico que si él no se acerca, nunca va a pasar nada. 
¡Menos mal que se acercaron!
Ambos fueron directos a mi, pero yo deje muy claro al que quería, él otro chico no le quedo más remedio que irse con Cath, pero Cath es conformista, no se quejo. 
Bueno, pasemos de Cath, estoy hablando de mí.
Si soy sincera no recuerdo ni su nombre, iba un poco borracha, lo cual hizo que la situación resultara mas llevadera. El chico era heavy, un completo heavy. Pelo largo, melena rizada, moreno, alto, tatuado, era gracioso si bien lo recuerdo. 
Estuve bailando mucho con él, lo suficiente para que me tocara algo más que la cintura. Me deje, para que engañar. Tenía unas manos frías, pero él... Él no era nada frío.
Cuando el concierto termino, buscamos a Cath y su amigo, pero ambos habían desaparecido, mejor, no teníamos ningún impedimento para que la noche continuara. 
Él me llevo a su apartamento, vivía solo, eso me gusta, independiente. Me enseño su casa, pero no la recuerdo bien.
Estuvimos bebiendo y fumando, jugamos a un juego muy gracioso, yo tenía que adivinar que famoso era, y llevaba la carta de el famoso en la frente, era muy curioso.
Así como quien no quería la cosa, me vi atrapada en un beso, un beso que esa noche no quería, estaba pasándomelo bien sin la necesidad del contacto, sin la necesidad de follar. 
Le dije que parase, pero no paraba, le gritaba y cada vez el se excitava más y más. Cansada de insistir le di un golpe en la cabeza con la botella. Rápido cogí los zapatos y me fui.
Estaba bloqueada, no sabía que hacer, acababa de golpear a un chico. 
Cogí el teléfono, pensé en llamar a Cath pero... ¿para qué? De las dos seguramente ella sería la única que iba a terminar bien la noche. 
Estaba sola, a las cuatro de la mañana, completamente sola, lejos de casa. Grite, empece a gritar, quería desahogarme. Ya era tarde cuando me dí cuenta de que llevaba toda la cara llena de maquillaje negro, estaba llorando.
Cogí el teléfono, marque el número.
-¿Luis?
-¿Hann,estas llorando?
-No... Te necesito, ven a buscarme, no sé que hacer.
-¡Qué inoportuna eres! 
-¿Por qué?
-Estoy con Clar.

Jodida niñata, odiaba con todas mis fuerzas a esa chica, todo lo que yo tenía me lo quitaba, todo. Es una estúpida, pero eso es otra historia.

-¿Y? Ven te necesito.

-Está bien. ¿Dónde estas?
-Estoy a las entrada del parque que esta a las afueras, aquel que fuimos una vez con el skate ¿recuerdas?
-¡AHÍ! ¿QUÉ HACES AHÍ?!
-Ven, por favor.
-Voy.

-Clar, me voy, tengo cosas mejores que hacer.
-¿Qué dices? ¿Me dejas ahora? Pero si...
-Recoge tus cosas y lárgate.
-Eres un puto gilipollas.


Mientras esperaba a Luis, me sente en el suelo. Tenía frío, mucho frío, iba con una camiseta de tirantes, unos tirantes los cuales se me podía ver todo el sujetador por los laterales, estaba helada.

-Hann... ¿Qué haces aquí? ¿Por qué lloras? ¿Qué te paso?
-Dame un abrazo, por favor. Tengo mucho frío.
Si, pese a que era un capullo, lo necesitaba, necesitaba un abrazo suyo; me encantaban.
-¿Me vas a contar ya todo?
Y así fue le conte todo. Pero zanje la conversación con un:
-Vamonos a tu casa. 
-¿Segura? ¿No quieres que vayamos a dejarle las cosas claras a ese tío?
-No, prefiero no volverlo a ver nunca más.
-Está bien. Toma mi chaqueta la necesitas más que yo.
-Maldito gilipollas, cómo te puedo querer tanto y a la vez odiarte tanto.
-¡Callate, idiota!


No hay comentarios:

Publicar un comentario